lunes, 2 de febrero de 2009

La Historia del Ferrocarril


Dos hitos marcan la historia de San Rosendo: la expansión española al sur del país y la historia del ferrocarril en Chile.

En Chile, la historia del ferrocarril se remonta a los años 1848 y 1851, fecha en que se construye el primer ferrocarril chileno de Caldera a Copiapó, producto del descubrimiento del mineral de plata de Chañarcillo y de la exportación de las minas de Copiapó.

El ferrocarril, en el país, fue consecuencia del proceso de desarrollo que Chile comenzó a experimentar a mediados del siglo XIX. Así, en los años 1852 y 1863, se construye la línea férrea que une Valparaíso con Santiago en respuesta de las necesidades de crecimiento y modernización de este puerto que necesitaba vías de comunicación expeditas y medios de transportes más baratos y rápidos.

En 1855 se crea la Compañía de Ferrocarriles del Sur, también en manos de particulares. Comienza durante ese año la construcción del ferrocarril de Santiago al sur que, en una primera instancia, deberá llegar hasta Talca, empresa que se vio impedida por razones económicas, entregándose la línea completa sólo hasta Curicó.

Con la suspensión de la línea al sur de esta ciudad, se inició la construcción de la línea Chillán-Talcahuano, pasando por San Rosendo, iniciada en 1869 y, esta vez, a cargo del Estado.

En 1871 se discuten en el congreso las posibilidades de completar la línea al sur, ahora de Curicó a Chillán y desde la frontera al sur de San Rosendo para llegar a Angol, Los Angeles y el río Malleco. La empresa comienza en 1872.

No obstante lo anterior, las obras de ferrocarriles avanzaban lentamente debido a problemas financieros, lo que se traduce en la compra por parte del Gobierno de las acciones de 64 accionistas de la empresa. A partir de entonces, pasa el Estado a convertirse en su único dueño ya no sólo de la línea de Santiago al sur sino que también de la correspondiente al tramo Chillán-Concepción, así como de la línea entre Valparaíso a Santiago, que ya había sido adquirida por el Gobierno en 1858. Estos tres ferrocarriles serían la base para impulsar la formación de la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE) en 1884.

Durante ese año, 1873, el Estado al quedar como dueño de todas las líneas, inicia la tarea de conectarlas al mismo tiempo que las dotaba de una administración centralizada. Las tres ciudades más importantes del país, Santiago, Valparaíso y Concepción quedaron unidas en 1874 al completarse el tramo Curicó-Chillán. A su vez durante 1876, el primer ferrocarril de San Rosendo a Angol llegaba a término.

Hasta fines de la década de 1870, los ferrocarriles se habían extendido con el propósito de favorecer la exportación agrícola a través de los puertos de Valparaíso y Talcahuano. Sin embargo, debido al conflicto en las regiones salitreras en el norte del país, se obliga a suspender la construcción de las líneas férreas por un período de 10 años. Después de la Guerra del Pacífico, las conquistas territoriales en el norte y sur anteponen necesidades estratégicas a los principios económicos iniciales que habían regido la expansión de la red ferroviaria.

Con la extensión de la soberanía nacional sobre las regiones salitreras, comienzan a aumentar los ingresos de las arcas fiscales durante la década de 1880. Esto permite al gobierno iniciar el plan de construcción de líneas férreas con el fin de consolidar su soberanía en el extremo sur del país mediante la introducción del ferrocarril de la Araucanía, plan de incorporación que ya había sido discutido en 1868, señalando la importancia del avance de esta red en aquella región.

Los primeros pobladores de San Rosendo coinciden con la construcción del tramo de ferrocarriles de Chillán a Talcahuano.

En las faldas de los cerros que viene a configurar la Cordillera de la Costa, en la confluencia de los ríos Biobío y Laja, que definirían sus bordes suroeste y sureste, respectivamente. A 70 kilómetros de Concepción en dirección al noroeste vía ferrocarril, se inicia la construcción de las primeras casas del pueblo de San Rosendo en terrenos del fundo homónimo perteneciente a la familia Larenas-Ibieta.

Las viviendas fueron levantadas por los mismos trabajadores ferroviarios con maderas chilenas que balsas desde la frontera, bajaban por el río Biobío hacia Concepción y Talcahuano. Estos mismos habitantes delinean calles y desvían aguas hasta darle a San Rosendo las características de un poblado.

La Empresa de Ferrocarriles del Estado, viendo su posición estratégica para el transporte ferroviario, hizo grandes inversiones mejorando y ampliando las instalaciones, construyó poblaciones, locales de salud y de recreación para su personal, y prestación de servicios para sus pasajeros.

De esta manera, durante los años 1889 y 1890, se construye el puente ferroviario sobre el río Laja, construcción de acceso de 400 metros que permitiría unir Puerto Montt con Santiago y Concepción. Se suma a esto la instalación de talleres y maestranzas, too lo cual iría creando las condiciones para un paulatino aumento de la población que indirectamente provocaría “... una mayor producción agropecuaria en la zona y un notorio desarrollo comercial en el sector urbano, mejorando al nivel económico, cultural y social de sus habitantes”.

Dadas las circunstancias, que así lo ameritaba, en 1935 el Gobierno de Chile, por medio del Ministerio de Bienestar Social, compra 100 hectáreas de los terrenos del fundo San Rosendo, asentándose definitivamente la población. Fue el decreto ley con fecha 30 e diciembre de 1927, firmado por el Presidente de la República, Carlos Ibáñez del Campos, quien dio vida a la comuna, iniciando sus atenciones el 5 de marzo de 1928, bajo la administración de una junta de vecinos presidida por don Ramón Rojas Arellano en calidad de alcalde.

Comienza a configurarse San Rosendo, desde ese entonces, como el principal nudo ferroviario del país.

Avala esta afirmación la instalación, durante 1929, de dos construcciones de características monumentales: la casa de máquinas y la carbonera.

La primera fue construida bajo un modelo único en todo el país con un diámetro de 100 metros y era capaz de atender simultáneamente a 36 máquinas de vapor. La segunda, con una altura de 40 metros y con una capacidad para 450 toneladas de carbón, es considerada única en su género en Chile y Sudamérica.

A agregaron a estos dos armatostes de hormigón armado, la construcción de dos copas de agua con una capacidad para 50 mil litros que, junto a edificios de maestranzas, materiales y oficinas, configuraban armónicamente un recinto ferroviario en el que llegaron a trabajar 400 funcionarios durante el período de mayor auge de ferrocarriles en el pueblo.

Se coincide en señalar el período comprendido entre las décadas de 1940 hasta la del ’60 como las de mayor esplendor para ferrocarriles en San Rosendo y, por ende, para el pueblo.

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